Reflexiones Elegidas por Dios para dar fruto 23 agosto, 202024 agosto, 2020 by svsl Muchas de nosotras nos hemos preguntado ¿Para que vine a este mundo?, una pregunta que nos cuestiona, nos reta e inquieta. Creo que es una búsqueda de cada día, y cuando lo descubres, es como una bomba que estalla y entonces todo cobra sentido. En el proceso nos topamos con ideas, comentarios que van dañando nuestra misión, palabras como: -“No creo que sirvas para algo” -“yo que tu no guardaba muchas esperanzas” – “no creo que salgas adelante”; en fin, hoy quiero, a la luz de la Palabra, mostrarte la única verdad: ¡En tu vida hay un plan maravilloso que Dios tiene para ti!, una misión que tú tienes que cumplir, y que hoy descubriremos juntas en este hermoso versículo del Evangelio de San Juan. “No me eligieron ustedes a mí, fui yo quien los elegí a ustedes”. Jn 15,16 ¿Cuántas de nosotras hemos estado esperando que nos elijan, que nos tomen en cuenta?, desde pequeñas esperando ser elegidas por alguien y pensamos que nunca seremos elegidas. Y esto nos ha entristecido y desanimado. Hoy, la Palabra de Dios nos dice que ¡Él nos eligió! Escucha: ¡fuiste elegida!, escogida por el Rey de reyes y Señor de señores … ¡te ha elegido!, porque te ama; no porque tú lo hayas elegido a Él, no; ¡Él te eligió a ti! Él te amó primero. Es un acto de amor, de gracia y decisión; elegir siempre implica una decisión, una opción; y tú eres la opción de Dios. ¿Por qué te eligió? porque te conoce, sabe de qué eres capaz; te considera digna de ser llamada; ¡eres elegida! un hermoso privilegio. ¿Qué puedes hacer? quitar todas las mentiras que hasta el día de hoy dirigen tu vida y tomar la única Verdad que te dice que hay una misión para ti. Tienes un puesto que ocupar, hay un lugar que dice tu nombre. ¡Eres elegida! “Y los he destinado para que vayan” Jn 15,16 “Destinado”, una misión en los planes de amor de Dios; que de Él, todo es perfecto, no hay equivocaciones, todo está estratégicamente organizado, planeado, desde que tu naciste, ya Dios te había predestinado, con una hermosa misión que por supuesto en libertad debemos realizar, es el anhelo que está en nuestro corazón, que nos impulsa, que nos lleva; donde vibra tu corazón, lo que tú puedes aportar y debes aportar en esta obra maravillosa. Diseñada para buenas cosas. Tienes todo un potencial en ti que Dios te ha dado para beneficio de todos, para la dar Gloria a Dios. Siempre la misión, propósito, como tú quieras llamarle dará sentido a tu vida, porque estás destinada para algo maravilloso: dar fruto. La pregunta que hoy quiero hacerte sería ¿Sabes tú que tienes una misión? ¿Reconoces lo importante que eres? ¿Estás haciendo algo? Creo que hoy será un buen momento para detenerte y contestar estas preguntas. “Para que vayan y den fruto abundante y duradero.” Jn 15,16 Hermosos los pasos de la forma en que Jesús nos enseña: primero “fuiste elegida”; segundo “tienes una misión” y tercero “que vayas con Él”. Este el momento de la acción, de llevar la Palabra a la práctica, no basta solo con saberlo, y se vuelva solo un pensamiento más en nuestra mente, esta palabra “Vayan” implica una orden, una acción; es Jesús quien te dice: – “Deja las escusas, rompe con los miedos, vence los obstáculos porque yo te he prometido que estaré contigo, todos los días hasta el fin del mundo”. Mt 28, 20. ¡Toma la decisión! avanza no te quedes viendo cómo los demás realizan su llamado; no te pierdas de la alegría de Ser, solo ve en el nombre de Jesús. Sabes, la gente le dice a uno ¿para qué?, ¡No te canses!, ¡no vale la pena!, ¡no te involucres!, etc.… Pero al final del día, ellos ven su día perdido, y se sienten cada vez más amargados, y frustrados, ¿por qué? Porque no quisieron asumir una responsabilidad. Tú, hoy, toma valor; ve, ¡responde al llamado de Jesús!, y cada cosa que realices, entrégasela a Dios, para gloria y honra de su Santo nombre. “Y den fruto”. Jn 15,16 Dar, palabra hermosa, nos dice la Palabra que siempre habrá más alegría en dar que en recibir. Hch 20,35 Pero caemos en el error de creer que al dar se acaba; nadie merece, el famoso ¿para qué? … El fruto que no se comparte, se pudre, Y en realidad es todo lo contrario; piensa en el privilegio que hay en el estar del lado del que puede dar; ¿lo puedes imaginar? …estar del lado de dar es: ayudar. Siempre será mejor estar del lado del que da, que del lado del que lo necesita. Y ¿sabes? el que da siempre tiene. Por ello, es bueno dar. ¡Siempre trata! lucha por dar. “Abundante y duradero.” Jn 15,16 Dos palabras interesantes, “abundante”, que rebosa; más de lo que se espera. Generoso, bastante, palabras que vienen a mi mente al pensar en abundancia. Es la forma que Jesús quiere que demos; no un poco… eso es lo que puedo… unas horas… un rato… unos días… te das cuenta como choca con lo que el mundo nos dice: “ama pero no tanto”… “perdona… pero no siempre”…” ayuda… pero no tanto”. Nos privamos de tanto, nos privamos de vivir. Y pensar que Jesús alabó a la viuda que dio, todo… Lc 21,22. Jesús hoy nos dice “abundante”, de tal manera que descubramos que la alegría estará en la medida en que nosotros demos. “Duradero”: No se acaba, permanece; siempre hay. Son las palabras que se vienen a mi mente. Ese es el tipo de fruto que Dios nos pide, que cuando alguien se acerque a nosotras pueda notar que los frutos están allí; son parte de nuestra esencia, no tiene fecha de caducidad. Como cuando le dicen: – “voy a amarte mientras estés joven”, – “mientras tengas algo para dar” … pero Jesús dice: – “ama siempre”. “El amor no se acaba, no se agota, permanece para siempre”. 1 Cor 13. Ese es el fruto que debemos dar: “abundante y duradero” ¡nunca lo olvides! Termina el versículo con una promesa hermosa, para todas las que aceptemos el llamado, el compromiso y la misión: “Así que el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre”. Jn 15,16 Todo lo que pidas al Padre te lo dará… “Todo”. Querida amiga: a ti no te eligió un humano, ni mucho menos estás ahí porque tu querías estarlo, sino que fue Dios mismo quien te eligió para que vayas y des fruto abundante y duradero, ¡ADELANTE!, levántate en el Nombre de Jesús y cumple tu Misión, No temas, porque Él está contigo. Hna. Nancy de Cabrera.
Reflexiones Alegría plena 23 agosto, 202024 agosto, 2020 by svsl Tenemos un maestro que nos dio las respuestas del examen final, esta respuesta que nos garantiza ganar la prueba más importante de nuestra existencia, nuestro destino eterno, la entrada al Cielo. Pero no por una razón alcahuete o fraudulenta, sino porque era imposible para el hombre salvarse, era necesario un Sacrificio que cubriera la multitud de pecados de la humanidad. El Padre entregó a su único Hijo, para que todo aquel que en El crea, no se pierda, sino tenga la Vida Eterna. El mensaje de Jesús siempre fue un mensaje de autoridad, de ánimo, de amor, de perdón, de esperanza y sobre todo de gozo. Él mismo era el Mensaje, la Palabra hecha hombre, Su objetivo fundamental: que participemos del Reino de los Cielos, participar en su alegría, que inicia con nuestro encuentro y conversión, la que se proyecta al cielo: “Porque hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan conversión”. A la luz de Heb.12,2 “fijos los ojos en el que inició y consumó la fe” … fijos los ojos en Jesús. El cual, por la dicha que le esperaba, sufrió la cruz, despreció la humillación y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Su objetivo era claro, alcanzar la dicha, el gozo, la alegría de nuestra salvación, desde el Génesis ¡Dios quiere salvar al hombre! Su mensaje, los profetas, y sobre todo la venida de Cristo a este mundo, es el culmen del plan de Salvación. El ángel que anuncia a María, – “Alégrate, favorecida, el Señor está contigo”; Isabel experimenta el gozo en su vientre, su hijo, Juan el Bautista, salta de gozo. Los pastores recibieron del ángel una gran alegría, una noticia de gran gozo, el nacimiento del Salvador y Mesías. Los Magos que venían de Oriente, al ver la Estrella, en el relato de Mt.2 Se llenaron de un “gozo inmenso,” ¡qué gozo sentirían! al ver al niño Jesús, ¡qué humildes! desbordaron en adoración y en ofrenda de valiosos presentes. En Lucas 2 nos presenta el gozo, del niño Jesús perdido, y el joven Jesús encontrado, el lamento que se convierte en baile, como prefigurando la muerte de Lázaro, ante la cual Jesús lloró, pero que, con su Presencia, su Palabra, y su Poder, el funeral se convierte en Fiesta. Cuántos funerales fueron frustrados ante el poder de la Vida que Jesús manifestaba. El poseía poder del Señor para sanar, para liberar, para consolar y resucitar. No había enfermedad, tristeza, demonio, circunstancia que prevaleciera ante su presencia. Nada nos podrá apartar del amor de Dios. Jesús en sí mismo es la Buena Noticia del Padre, Él es la causa de nuestra alegría, dando vista a los ciegos y sanando los corazones destrozados. Sólo al participar de la alegría de Jesús, nuestra alegría será plena, completa y llegará a ser eterna. Este gozo que inicia con el encuentro de Cristo, revelado por el Espíritu Santo, para no quedarnos en un Jesús histórico, lejano, distorsionado, como le sucedió a Judas, quien tenía una imagen preconcebida del Mesías, un líder político, un revolucionario, alguien que resolvería sus problemas temporales, pero Jesús no se ajustó a ese perfil. Por eso Judas lo entregó, y no participó de la alegría de Jesús, como lo hicieron sus discípulos. Nos puede pasar, que cuando Jesús no hace lo que queremos, no nos responde según nuestra voluntad, nos decepcionamos y lo entregamos por unas monedas, por unos placeres, por unos placebos, pero despreciamos la Salvación Eterna. Es su Palabra la que nos guiará a la Alegría plena, completa y eterna, que no depende de lo que nos rodea, de lo que nos suceda, de nuestros sentimientos. Nuestra alegría, reposa en El, depende de Jesús, el Nombre que está sobra todo nombre, el mismo de ayer, de hoy y de siempre, la roca inconmovible, el Alfa y la Omega, el origen y destino de nuestra fe; el principio y el fin; aquel que tiene poder de perdonar pecados, dominar el viento y la tempestad. Nuestro amado Pastor que recoge a la oveja perdida y la lleva en sus hombros para celebrar una fiesta eterna. Ese pastor que es Padre y esa oveja que es hija; esa fiesta que inicia desde que el Pastor la lleva en sus brazos, esos brazos de Jesús, que son el inicio de la alegría plena, del Cielo Eterno. Ing. José Miguel Rojas
Reflexiones Permanezcan en mi amor 23 agosto, 202024 agosto, 2020 by svsl Pensemos por un momento si en realidad estamos conscientes de lo que significa estas dos palabras “Permanecer y amor”. Comenzaremos por la palabra “Permanecer”: el significado es “Estar o mantenerse en un lugar durante un tiempo determinado”, pero bíblicamente si buscamos el significado es: “vivir, mantener o continuar”. Luego la segunda palabra es “amor”, y su significado es un sentimiento, afecto o inclinación hacia una persona o cosa, es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres. Y según la biblia, “amor” significa: sacrificio, entrega. En la biblia encontramos mucho significado de que el amor no es más que Dios, es por esto que algunos no entienden esta palabra porque no conocen a Dios; el amor requiere de entrega, pues es esencia de Dios. Ahora ya comprendemos un poco mejor estos dos significados, ahora reflexionemos sobre esta cita del evangelio según San Juan. Permanecer en algo es una de las cosas que más se le dificulta al ser humano, y esto es porque requiere de un esfuerzo, de entrega, de constancia, perseverancia, y en este proceso de alcanzar lo queremos nos falta la paciencia, porque todo lo queremos rápido, en estos tiempos entre más rápido obtengamos las cosas, mejor; entre más rápido y sencillas sean las cosas somos más “eficientes y productivos” porque esto nos hace “ahorrar tiempo”, pero no es que tengamos menos tiempo, lo que nos pasa es que empleamos o distribuimos mal nuestro tiempo, damos más importancia a las cosas que a veces no son necesarias, o nos acomodamos y dejamos todo a “última hora”. La tendencia del ser humano a veces es obtener las cosas sin el mayor esfuerzo. Cuando Jesús nos dice en esta cita “Permanezcan en mi amor” nos está diciendo que debemos vivir en Él, continuar con Él, pues si permanecemos en Él, permanecemos vivos, porque Él es vida, y no es solo permanecer una vez por alguna experiencia que tuvimos, sino es vivir en Él, con Él y para Él; porque Él es amor, y ese amor es una virtud que viene de Dios y que debemos tener todos los cristianos. Como buenos cristianos debemos anhelar estar llenos de esta virtud. El amor es fundamental para tener una relación con Dios. Pero ¿cómo vamos a lograr permanecer? Jesús nos dice en Jn 15,10 que permaneceremos si ponemos en práctica sus mandamientos; recordemos que Jesús vino a simplificarnos los Diez mandamientos, dándonos Dos mandamientos que los condensan; se resumen en: Amar a Dios sobre todas las cosas y Amar a nuestro prójimo como Jesús nos ama, y a estos mandamientos son los que Él se refiere; y nos dice que si los cumplimos permaneceremos en su amor, y que participaremos de su alegría para llegar a ser completos. Permanecer en Cristo es vivir en Él, y nos recuerda que viviendo en Él también viviremos con El Padre, pues son uno mismo. Jesús comparo el “permanecer” con una Vid y los Sarmientos, para hacernos entender y comprender que sin Él no viviremos y no nos salvaremos, pues dependemos de Él, ya que gracias a su misericordia y su amor infinito que ha alcanzado todos los días de nuestra vida. Jesús nos dejó aparte de sus mandamientos, los sacramentos, su Palabra, sus enseñanzas para que fueran herramientas útiles para que logremos permanecer, quedarnos con Él, someternos a su autoridad, ser obedientes como Él lo fue, ser Santos como Él, pues quiere que vivamos y seamos plenos en esta vida, estando unidos a Él, pues Él es nuestra fuente de vida, de fortaleza, de amor, de esperanza. Él es nuestro Salvador, nuestro Redentor, el Amor de Amores, no hay otro ejemplo más grande que su amor tan infinito y misericordioso como el que Él nos tiene, Él sufrió en la cruz y cargo con nuestros pecados por amor, nos redimió porque nos ama, y quiere nuestra felicidad, Él es el gran ejemplo vivo de Amor Eterno. Permanecer en Cristo es evidencia de salvación genuina; si nosotros verdaderamente amamos a Cristo no nos alejaremos de Él, no lo abandonaremos, ni lo negaremos; pero esto en algunas ocasiones no es tan fácil, pues con nuestras actitudes hacemos todo lo contrario. No damos verdadero testimonio de ese amor genuino de Cristo, nuestra parte carnal a veces puede más que la espiritual, pero esto no es nada más que por falta de oración, de estar en gracia con Dios; es porque no buscamos la reconciliación con Él y nos alejamos a causa de nuestras faltas. la promesa que nos da Jesús en Jn 8,31-32 debe ser para nosotros motivación suficiente. Al decir que “si permanecemos en su Palabra” seremos sus verdaderos discípulos, y “así conoceremos la verdad y esa verdad nos hará libre”. El Papa Francisco nos recuerda que una vida cristiana no es más que permanecer con Jesús, y nos dice que el Sarmiento no puede dar fruto por sí solo, sino que necesita de la linfa de la vid, en otras palabras; nosotros no podemos estar sin Cristo, porque sin Él no podemos dar fruto. La vid es una planta que forma una sola cosa con los sarmientos y los sarmiento son fecundos solamente cuando están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo “permanecer” que se repite siete veces en este pasaje, “permanecer en mí, dice el Señor; permanecer en el Señor”. Hay tres pasos para permanecer en Jesús: 1) Permanecer tocando la humanidad de Cristo: con la mirada y los sentimientos de Jesús, que se conmueve antes las necesidades de los demás, en las injusticias, la pobreza, la indiferencia y la violencia; con los gestos y palabras de Jesús que expresan amor, ternura y firmeza en la denuncia del pecado y el anuncio de Evangelio; la alegría y la generosidad en la entrega del servicio, sobre todo con los más pequeños. 2) Permanecemos contemplando su divinidad: despertando en nosotros el interés por conocer más de Jesús, pues no podemos amar lo que no conocemos. Tener ese encuentro privilegiado de conocer y amar su Palabra, en donde nos habla y nos revela su amor. ¡Quien no conoce las Escrituras, no conoce a Jesús! También lo contemplamos haciendo de la oración parte fundamental de nuestra vida, pues en la oración aprendemos a adorarlo. 3) Permanecer en Cristo para vivir en la alegría: si permanecemos en Él, su alegría permanecerá en nosotros; no estaremos tristes, al contrario, reflejaremos y portaremos esa alegría verdadera que nada ni nadie nos puede quitar, estaremos llenos de esperanza de una vida nueva, aún con nuestras fatigas, nuestra alegría será contagiosa pues viene de Dios.Por ese amor tan grande e infinito decimos: – “Jesús estamos dispuestas a permanecer en tu amor”. Hna. Siomara Rosales
Reflexiones Dar fruto abundante (Juan 15,8) 23 agosto, 202024 agosto, 2020 by svsl “Vid”, “sarmiento”, “uvas”, “frutos”… son palabras muy usuales en la Sagrada Escritura. Ya el profeta Oseas (10, 1-10) compara a Israel a una vid frondosa que el Señor ha fundado y protegido, pero que los israelitas no correspondieron a esa dedicación divina: “Israel era vid frondosa, daba fruto: cuanto más fruto, más altares (a los dioses); cuanto mejor iba el país, mejores piedras conmemorativas. Tienen el corazón dividido, y han de pagarlo; él destruirá sus altares, arrasará sus piedras conmemorativas” (10, 1-2). En el Salmo 80 hay otra comparación de Israel con una viña, que fue sacada de Egipto y plantada en Israel. Sus sarmientos llegaron a todo el país, pero ha sido abandonada y pisoteada. Este salmo termina con una invocación para que Dios devuelva el verdor de la viña: “Dios todopoderoso, vuélvete,Mira desde el cielo, fíjate,E inspecciona esta viña:Cuida lo que tu diestra trasplantó,El esqueje que hiciste vigoroso” (80, 13-16). San Juan nos habla que Jesús es la Vid. Los frutos vienen por la unión que tiene con su Padre. La vid que no pudo dar fruto en el Antiguo Testamento, ahora es Jesús, comparado con la vid, que sí da frutos. El amor del Hijo hacia el Padre es la razón de la fructificación. Ese amor que circula como savia entre Jesús y su Padre es lo que produce los frutos. ¿Cómo se hará posible la Gloria del Padre en este mundo? Por los frutos. Así como Jesús los dio, de la misma forma deben darlos sus discípulos. Y el versículo 8 termina diciendo: “y sean mis discípulos”. Así como Jesús, por la unión con el Padre, produjo muchos frutos, de la misma forma nosotros, por el discipulado, daremos lo que Él nos pide. El camino del discipulado hay que acogerlo, ya por el compromiso bautismal, ya por el crecimiento espiritual, ya por la exigencia de la evangelización, ya por dar razón a este mundo de lo que creemos. El discipulado es indispensable. Los padres conciliares nos dijeron que “la formación multiforme y completa” permitirá que el apostolado sea eficaz (Cfr. AA 28). Ha sido una conciencia de la Iglesia y de Jesús, que hay que estar a los pies de Él y de los apóstoles para aprender, y a prender a vivir la Palabra de Dios. San Pablo le recomendó a su discípulo Timoteo lo siguiente: “Tú, hijo mío, saca fuerzas de los dones que has recibido de Cristo Jesús. Lo que me escuchaste en presencia de muchos testigos transmítelo a personas de fiar, que sean capaces de enseñárselo a otros” (2 Tim 2, 1-2). “¿Y cómo vamos a entender, si nadie nos explica?”, le dijo el eunuco a Felipe (Cfr. Hech 8, 31). Sí, hacen falta guías, hombres que han educado sus dones en el discipulado, para orientar a tantos que andan buscando las “fuentes de agua viva”. Por eso Jesús le dijo a María, hermana de Marta y Lázaro, que había escogido la parte mejor. Sólo sentados a sus pies podremos empaparnos de las maravillas que nos revela Jesús. Nadie está fuera de la necesidad de formarse. La abundancia de los frutos, entonces, depende directamente de la unión que mantengamos con Jesús. Podemos decir con los labios todas las alabanzas que queramos, pero sólo los frutos reflejarán con certeza si estamos en verdadera comunión con el Señor. ¿Y por qué no damos frutos? Como dijo el profeta Oseas, “porque nuestro corazón está dividido”. Ahí donde está el tesoro, ahí está nuestro corazón, nos señaló el Señor. Amamos lo que tenemos y conocemos. En nuestras manos se ha depositado, es un tesoro eterno e inmenso. Y aunque nosotros, como vasijas de barro, llevamos este tesoro, sin embargo Jesús nos lo dejó. ¿Qué requiere Jesús de nosotros? Que nos preparemos.Hno. Francisco Pérez.
Reflexiones Consejos para permanecer 23 agosto, 202024 agosto, 2020 by svsl Vamos a girar nuestro tema sobre la base de permanecer. Se encuentra como centro o balance de este texto: ¿Antes? La analogía de permanecer: Jesús es la vid, nosotros las ramas. ¿Después? Solo en la permanencia podemos dar frutos y lo podemos todo (o a la inversa: sin él no podemos nada) Primero comprendamos que el Señor, antes que nada, nos ha llamado para permanecer junto a él. San Marcos en su evangelio nos expone que Jesús, cuando sube al monte, llamó a los que quiso para que “estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios” (Cf Mc 3, 13-15). Hoy muchos hemos invertido el asunto: nos gusta servir, predicar, colaborar, atender a los demás y todo esto con poder, pero olvidamos “estar” con Jesús. Por supuesto que al Señor le agrada que nos demos a los demás, pero esta acción tan noble y exigida por él, carece de fuerza, ánimo y peor aún de sentido si no es alimentado por mantenerse cerca de Jesús. Pero ¿Cómo permanecer? Veámoslo a la luz de las primeras comunidades en Hechos de los Apóstoles. La comunidad primitiva se mantuvo fiel, creció y se desarrolló en medio de un ambiente sumamente hostil, al punto que perseverar o permanecer llegaba a costarles la vida. ¿Cómo lo lograron? ¿Qué hicieron para persistir? Veámoslo: “Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones” Hch 2,42. La escucha de la palabra: Hoy en día escuchamos de todo: noticias (no siempre buenas) comentarios sin base (chismes), personas con buenas intenciones, pero con los peores conceptos (críticas), etc., pero a veces lo que menos escuchamos es la Palabra de Dios. Quizás si comprendiéramos lo que logra su escucha lo haríamos con más frecuencia. La Palabra de Dios genera vida, crea fe, produce cambios, asusta al diablo, realiza milagros, sana heridas, edifica el carácter, transforma las circunstancias, imparte alegría, supera la adversidad, derrota la tentación, infunde esperanza, libera poder, limpia nuestras mentes, hace que las cosas existan y garantiza nuestro futuro para siempre… ¡Aleluya! ¡No podemos vivir sin la Palabra de Dios! De hecho, la fe viene de oír, oír la palabra de Dios (Rm 10,17). Escucharla es más que oírla, es atenderla, meditarla y obedecerla.La unión fraterna: Aunque nuestra relación con Jesucristo es personal, Dios nunca dijo que debe ser privada. Fuimos creados para pertenecer a una gran familia, la familia de Dios: La Iglesia. Cuando nos hacemos hijos de Dios, también nos hacemos hermanos de sus demás hijos, esto es lo que llamamos comunidad. Necesitamos vivir y celebrar nuestra fe de la mano de nuestros hermanos en comunidad. Cuando el libro de Eclesiastés describe que “dos son mejor que uno”, también se refiere a esos amigos entrañables que si caemos nos levantan, que nos comparten de su calor del amor y la fe o que nos defienden cuando nos vemos amenazados (Cf Ecle 4, 9-12) y en las tres ocasiones utiliza la expresión ¡Hay de quien anda solo! Pues no tendrá quien le levante, le de calor o le defienda. Necesitamos vivir en comunidad.La Fracción del Pan: Quienes se dedican a la nutrición dicen que “somos lo que comemos”, entonces si comemos a Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en otros “cristos” o como nos dicen desde el principio de la Iglesia: cristianos. Comulgar es permanecer en comunión íntima con Jesús. En el Santísimo Sacramento del Altar podemos contemplarle, adorarle y tomarle en cuerpo, alma y divinidad ¡Es la comunión por excelencia!La oración: Una cosa es pensar sobre Dios, hablar de él y de su designio (teología). Otra muy diferente es hablar a Dios, abrirse a él, llorar ante él por la alegría del logro o por la obscuridad de nuestra historia. Preguntar ¿Hasta cuándo Señor? “La oración no es nada más que una íntima relación de amistad a solas con Aquél que sabemos que nos ama” diría santa Teresa de Jesús. Permanecemos cuando hablamos constantemente a quien pertenecemos. ¿Quieres permanecer en Jesús? Haz estos cuatro propósitos:Escucha asiduamente la Palabra de DiosAsiste asiduamente a tu comunidadVive asiduamente tus sacramentosSé asiduo en la oración. Hno. Marlon Cardona
Reflexiones Permanezcan unidos a mí 23 agosto, 202024 agosto, 2020 by svsl Permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes. Ninguna rama puede producir fruto por sí misma, sin permanecer unida a la vid. Jn 15,4 La palabra “permanecer” viene del latín permanere (estar en un mismo sitio todo el tiempo), compuesto con el prefijo per – (Por completo, como en perplejo y perseverancia) y el verbo manere (quedarse). Para todo ser humano, más en un mundo tan moderno como el que vivimos ahora, cuando nos dicen que debemos de estar en un mismo lugar toda la vida, realmente se nos hace difícil; solo el hecho de imaginarnos, estar con las mismas personas, el mismo entorno, las mis actividades, las mismas costumbres; podríamos llegar a la conclusión que normalmente a los seres humanos nos cuesta permanecer. Hoy tú que lees esto, quisiera hacerte la siguiente pregunta: ¿En qué has logrado permanecer y en qué no has logrado permanecer?, puede ser que tú seas de las personas que diga, yo desde niña, no he podido permanecer en nada, fui a clases de piano, las deje, estuve en clases de cocina y abandone el curso, solo cerré pensum; pero ya no me gradué, tuve una relación amorosa y no pude soportar las dificultades; o bien eres de las personas que ha podido permanecer en la mayor cantidad de las cosas que se ha propuesto. Pero ahora bien ¿En qué estamos permaneciendo actualmente?, estamos permaneciendo en ídolos falsos como el dinero, relaciones tóxicas, vicios, sexo desenfrenado, vanidades, etc. Que solamente nos dan sequedad, y nos hacen producir frutos que nos dan tristeza, amargura, soledad, haciendo que nuestra vida no encuentre un verdadero sentido y no logramos lo más importante y lo que todos deseamos la felicidad. Sin importar si has logrado o no permanecer en lo que te has propuesto a nivel personal, si actualmente estas permaneciendo en lugares o cosas equivocadas; hoy el Señor quiere invitarte a que permanezcas unida a Él, dice su palabra: Permanezcan, unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes. Ninguna rama puede producir fruto por sí misma, sin permanecer unida a la vid. (Jn 15,4). Es hermoso pensar que nosotros somos las ramas y el Señor es la Vid, y que los dos hacemos un solo equipo para producir frutos, Jesús al compararnos con las ramas, nos está diciendo que sabe de nuestra debilidad, de nuestra pequeñez, que por sí solas no podemos hacer nada, si tú separas la rama de la vid, por sí sola no puede dar fruto, estamos en un mundo en donde, la cultura del positivismo nos dice: Tú puedes, tú debes hacerlo, en ti esta la fuerza; y no quiere decir que este mal, lo que sí está mal es que nos están haciendo creer, que podemos producir buenos frutos por sí solas, pero realmente el Señor nos dice: Yo soy tu fuerza, Yo creo en ti, Yo soy tu ayudador… Cuando nosotras comprendemos esto y que sino permanecemos en Él, no podemos producir buenos frutos, vamos a querer estar ahí, en el manantial de agua fresca que nos da vida y vida en abundancia. Cuando no reconocemos que debemos de depender únicamente de Dios, sobre todo en nuestra vida cristiana, nos cansamos, el ser obedientes a los preceptos de Dios, se nos hace imposible, y es ahí donde queremos desistir, tirar la toalla, salir corriendo, decimos, yo no puedo permanecer en Dios, es muy difícil, y sin duda alguna, porque como seres humanos tenemos limitaciones, y hay situaciones que sobrepasan nuestro entendimiento. Pero el triunfo de nuestra vida cristiana no está en no caer, sino en permanecer. No debemos de confundirnos cuando el Señor nos dice permanezcan en mí, pensando en que para poder permanecer en Él, debemos de cumplir un sin número de reglas, sino permanecer en el Señor significa, tener una relación de amor con aquel que nos ama incondicionalmente, entregarnos completamente en sus manos, reconociendo que Él tiene el control de absolutamente todo, permanecer en Él, es vivir creyendo ciegamente en que no hay otra fuente, otro lugar, en donde podemos estar, más que en su amor. Por lo único que debemos de esforzarnos es por permanecer en la Vid verdadera, porque solamente así vamos a poder dar buenos frutos, y al dar buenos frutos seremos felices, porque hemos encontrado el tesoro más precioso y vivimos con Él, estamos con Él. Debemos de resaltar que el permanecer en Dios, no es solamente cuando todo va bien en nuestras vidas, sino permanecer en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, permanecer hasta que la muerte nos una más. He escuchado a muchas personas adultas decir, los jóvenes de hoy ya no aguantan nada, yo en mi tiempo, tenía que caminar kilómetros para llegar a mi trabajo, grandes castigos de mis padres, sino hacíamos bien las cosas, con mi esposa hemos pasado de todo para llegar a los 50 años que llevamos de casados, pero ahora todo lo quieren rápido y fácil y si no es así lo desechan o lo dejan. Pareciera ser entonces que para lograr obtener la felicidad completa tenemos que “aguantar” muchas cosas. La respuesta es Sí; esto no quiere decir que Dios nos creó para sufrir o padecer, sino que en nuestra vida tendremos momentos difíciles que son parte de un plan y que nos ayudan a nuestro crecimiento personal y espiritual. La vida del cristiano no es fácil, pero al estar con Cristo, tenemos la garantía de la felicidad plena, porque desde aquí en la tierra empezamos a gozar el cielo prometido, el Señor en su palabra nos dice: Muchos estarán en peligro de ceder, se traicionarán y se odiarán mutuamente. Surgirán numerosos falsos profetas que engañarán a mucha gente; y por la maldad que crecerá constantemente se enfriará el amor de la mayoría. Pero el que persevere hasta el final, ése se salvara. (Mt 24,10-13). En otra parte de la Escritura nos dice: Que no te acobarden los padecimientos que te esperan; es verdad que el diablo va a meter en la cárcel a algunos de ustedes para ponerlos a prueba, pero el sufrimiento durará poco tiempo. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida. (Ap 2,10). El Señor nos invita a permanecer será difícil, tendrás que hacer sacrificios, tomar decisiones, emprender nuevas cosas… pero si permaneces en Él, tendrás, fuerza, ánimo, valor, gozo, paz, estarás en su presencia, tendrás todo lo que necesitas para ser feliz. Lucha por permanecer y nunca, pero nunca te apartes de Él, ya que no hay nada más grande y hermoso que estar con Él. Hna. Nataly Mejia