Citas Perdonaste mi falta y mi pecado Salmo 32 17 junio, 20154 agosto, 2020 by svsl Dichoso el que fue absuelto de su culpa y a quien se perdonó su pecado. Dichoso el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta su falta, y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callaba, se consumían mis huesos gimiendo todo el día, pues día y noche tu mano pesaba sobre mí; desapareció mi fuerza como la humedad en tiempo seco. Pero reconocí ante ti mi pecado, no te oculté mi falta; pensé “Confesaré al Señor mis culpas”. y tú perdonaste mi falta y mi pecado. Por eso te imploran todos los fieles en los momentos de angustia, y aunque se desborden las aguas caudalosas, no los alcanzarán. Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me inundarás de alegría por la liberación. Yo te instruiré, te mostraré el camino a seguir, y me ocuparé de ti constantemente. No sean irracionales como caballos o mulos, cuyo brío hay que domar con rienda y freno para servirse de ellos. Muchas son las penas del malvado, pero al que confía en el Señor lo envuelve el amor.
Citas El Señor es mi luz y mi salvación 2 junio, 20154 agosto, 2020 by svsl Salmo 27 El Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién temeré? El Señor es mi fortaleza, ¿Quién me hará temblar? Cuando los malvados se lanzan contra mí para devorarme, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y caen. Aunque un ejército acampara contra mí, no temo; aunque me hicieran la guerra, me sentiría seguro. Una cosa pido al Señor; esto es lo único que busco: vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, disfrutar de la dulzura del Señor frecuentando su templo. El me dará refugio en su recinto en el día del peligro; me ocultará en lo más escondido de su tienda, me pondrá sobre una roca. Luego me concederá la victoria sobre los enemigos que me rodean; y yo ofreceré en su tienda sacrificios entre aclamaciones, cantando y tocando para el Señor. Escucha, Señor, mi clamor; ten piedad de mí, atiéndeme. Me dice el corazón: “Busca su rostro”. Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco; No me ocultes tu rostro, no rechaces irritado a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me desampares, no me abandones, ¡oh Dios, salvador mío! Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recibirá.