Pensemos por un momento si en realidad estamos conscientes de lo que significa estas dos palabras “Permanecer y amor”. Comenzaremos por la palabra “Permanecer”: el significado es “Estar o mantenerse en un lugar durante un tiempo determinado”, pero bíblicamente si buscamos el significado es: “vivir, mantener o continuar”. Luego la segunda palabra es “amor”, y su significado es un sentimiento, afecto o inclinación hacia una persona o cosa, es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres. Y según la biblia, “amor” significa: sacrificio, entrega. En la biblia encontramos mucho significado de que el amor no es más que Dios, es por esto que algunos no entienden esta palabra porque no conocen a Dios; el amor requiere de entrega, pues es esencia de Dios. Ahora ya comprendemos un poco mejor estos dos significados, ahora reflexionemos sobre esta cita del evangelio según San Juan.
Permanecer en algo es una de las cosas que más se le dificulta al ser humano, y esto es porque requiere de un esfuerzo, de entrega, de constancia, perseverancia, y en este proceso de alcanzar lo queremos nos falta la paciencia, porque todo lo queremos rápido, en estos tiempos entre más rápido obtengamos las cosas, mejor; entre más rápido y sencillas sean las cosas somos más “eficientes y productivos” porque esto nos hace “ahorrar tiempo”, pero no es que tengamos menos tiempo, lo que nos pasa es que empleamos o distribuimos mal nuestro tiempo, damos más importancia a las cosas que a veces no son necesarias, o nos acomodamos y dejamos todo a “última hora”. La tendencia del ser humano a veces es obtener las cosas sin el mayor esfuerzo.
Cuando Jesús nos dice en esta cita “Permanezcan en mi amor” nos está diciendo que debemos vivir en Él, continuar con Él, pues si permanecemos en Él, permanecemos vivos, porque Él es vida, y no es solo permanecer una vez por alguna experiencia que tuvimos, sino es vivir en Él, con Él y para Él; porque Él es amor, y ese amor es una virtud que viene de Dios y que debemos tener todos los cristianos. Como buenos cristianos debemos anhelar estar llenos de esta virtud. El amor es fundamental para tener una relación con Dios. Pero ¿cómo vamos a lograr permanecer? Jesús nos dice en Jn 15,10 que permaneceremos si ponemos en práctica sus mandamientos; recordemos que Jesús vino a simplificarnos los Diez mandamientos, dándonos Dos mandamientos que los condensan; se resumen en: Amar a Dios sobre todas las cosas y Amar a nuestro prójimo como Jesús nos ama, y a estos mandamientos son los que Él se refiere; y nos dice que si los cumplimos permaneceremos en su amor, y que participaremos de su alegría para llegar a ser completos. Permanecer en Cristo es vivir en Él, y nos recuerda que viviendo en Él también viviremos con El Padre, pues son uno mismo.
Jesús comparo el “permanecer” con una Vid y los Sarmientos, para hacernos entender y comprender que sin Él no viviremos y no nos salvaremos, pues dependemos de Él, ya que gracias a su misericordia y su amor infinito que ha alcanzado todos los días de nuestra vida. Jesús nos dejó aparte de sus mandamientos, los sacramentos, su Palabra, sus enseñanzas para que fueran herramientas útiles para que logremos permanecer, quedarnos con Él, someternos a su autoridad, ser obedientes como Él lo fue, ser Santos como Él, pues quiere que vivamos y seamos plenos en esta vida, estando unidos a Él, pues Él es nuestra fuente de vida, de fortaleza, de amor, de esperanza. Él es nuestro Salvador, nuestro Redentor, el Amor de Amores, no hay otro ejemplo más grande que su amor tan infinito y misericordioso como el que Él nos tiene, Él sufrió en la cruz y cargo con nuestros pecados por amor, nos redimió porque nos ama, y quiere nuestra felicidad, Él es el gran ejemplo vivo de Amor Eterno.
Permanecer en Cristo es evidencia de salvación genuina; si nosotros verdaderamente amamos a Cristo no nos alejaremos de Él, no lo abandonaremos, ni lo negaremos; pero esto en algunas ocasiones no es tan fácil, pues con nuestras actitudes hacemos todo lo contrario. No damos verdadero testimonio de ese amor genuino de Cristo, nuestra parte carnal a veces puede más que la espiritual, pero esto no es nada más que por falta de oración, de estar en gracia con Dios; es porque no buscamos la reconciliación con Él y nos alejamos a causa de nuestras faltas.
la promesa que nos da Jesús en Jn 8,31-32 debe ser para nosotros motivación suficiente. Al decir que “si permanecemos en su Palabra” seremos sus verdaderos discípulos, y “así conoceremos la verdad y esa verdad nos hará libre”.
El Papa Francisco nos recuerda que una vida cristiana no es más que permanecer con Jesús, y nos dice que el Sarmiento no puede dar fruto por sí solo, sino que necesita de la linfa de la vid, en otras palabras; nosotros no podemos estar sin Cristo, porque sin Él no podemos dar fruto. La vid es una planta que forma una sola cosa con los sarmientos y los sarmiento son fecundos solamente cuando están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo “permanecer” que se repite siete veces en este pasaje, “permanecer en mí, dice el Señor; permanecer en el Señor”.
Hay tres pasos para permanecer en Jesús: 1) Permanecer tocando la humanidad de Cristo: con la mirada y los sentimientos de Jesús, que se conmueve antes las necesidades de los demás, en las injusticias, la pobreza, la indiferencia y la violencia; con los gestos y palabras de Jesús que expresan amor, ternura y firmeza en la denuncia del pecado y el anuncio de Evangelio; la alegría y la generosidad en la entrega del servicio, sobre todo con los más pequeños. 2) Permanecemos contemplando su divinidad: despertando en nosotros el interés por conocer más de Jesús, pues no podemos amar lo que no conocemos. Tener ese encuentro privilegiado de conocer y amar su Palabra, en donde nos habla y nos revela su amor. ¡Quien no conoce las Escrituras, no conoce a Jesús! También lo contemplamos haciendo de la oración parte fundamental de nuestra vida, pues en la oración aprendemos a adorarlo. 3) Permanecer en Cristo para vivir en la alegría: si permanecemos en Él, su alegría permanecerá en nosotros; no estaremos tristes, al contrario, reflejaremos y portaremos esa alegría verdadera que nada ni nadie nos puede quitar, estaremos llenos de esperanza de una vida nueva, aún con nuestras fatigas, nuestra alegría será contagiosa pues viene de Dios.Por ese amor tan grande e infinito decimos: – “Jesús estamos dispuestas a permanecer en tu amor”.
Hna. Siomara Rosales