Jesús vivió, con los ojos muy abiertos al mundo que le rodeaba. Les habló a sus discípulos y a nosotras nos habla, desde la vida; para que todas podamos entender su mensaje. Observa la creación y la disfruta. Se ha fijado en los pájaros, en los lirios del campo, en las ramas de la higuera, en la imagen de la viña y con palabras sencillas nos revela el misterio de la unión a Él.
En el Antiguo Testamento, la imagen de la vid indicaba el pueblo de Israel: “La viña del Señor todopoderoso es el pueblo de Israel” (Is 5,7). El pueblo era como una vid que Dios plantó con mucho cariño (Sal 80,9-12). Pero la vid no correspondió a lo que Dios esperaba, “esperando buenas uvas dio racimos amargos” (Is5,4).
En el Nuevo Testamento: la condición de vid pasa del pueblo de Israel a Jesús. Él se proclama a sí mismo, en la Ultima Cena como la verdadera vid, cuyo fruto, no causará decepción a las esperanzas del Padre.
Pero para entender bien todo el alcance de esta parábola, es importante observar de cerca una vid. La vid es el árbol que produce la uva, es un arbusto sarmentoso y trepador de gran longevidad. Es la fuente de energía que hace crecer y madurar las uvas. El sarmiento o rama es una parte de la vid y por ambos corre la misma savia. Los sarmientos y la vid no son lo mismo son, más bien, la prolongación de la vid.
Con esta semejanza Jesús nos invita a nosotras, representadas por los sarmientos, es decir, las ramas, a estar unidos a Él que es la fuente de vida, como lo indica uno de los documentos del Concilio Vaticano II: que la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios (Gaudium et Spes, 19). ¿Cómo no vivir unidas a Él? Qué es la única verdadera fuente de vida.
Dice el Papa Francisco al respecto de esta parábola de Jesús, que esta unión a Él es todavía más profunda y vital que la unión que existe entre la madre y el bebé que lleva en su seno. La criatura recibe todo de la madre: sangre, alimento, calor, respiración, pero el niño tiene que separarse de la madre en un momento dado, para seguir viviendo y poder crecer y desarrollarse.
En cambio con los sarmientos no sucede así, sino al revés: tienen que estar siempre unidos a la vid para seguir viviendo y para poder dar fruto.Hermosa enseñanza, saber que Jesús es la vid, que nos da alimento, sostiene nuestras vidas, es la fuerza salvadora del Padre. Jesús se reveló así mismo diciendo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy el buen pastor,
Yo soy la puerta, Yo soy la luz del mundo, Yo soy el pan de vida, Yo soy la vid verdadera.
No hemos de olvidar sus Palabra sencillas y reveladoras cuando les dice con amor y en confianza a sus discípulos antes de entrar en su Pasión y sabiendo que eran momentos, donde tenía que darles la clave que se mantuvieran firmes en la fe y unidos, porque al ser apresado, serían dispersados, que tendrían miedo, que tendrían dudas: Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer nada (Jn 15,5). Y a pesar de sus dudas el Señor les concedió permanecer unidos a Él, los levantó, los consoló, les dio su Espíritu y fueron enviados a llevar la buena nueva a toda la creación (Mc 16,15). Y hoy nos dice a ti y a mí, no temas Yo soy la vid, fuente de vida y aquí estoy para ti.
Como los discípulos, no alcanzaremos la salvación de manera mágica, debemos mantenernos unidas a la Vid, para llenarnos de amor, para tener paciencia en medio de nuestras actividades diarias, para poder perdonar, para poder luchar por un mundo mejor. Esta unión es en libertad, porque el Señor no obliga, como el amor no se obliga, debe ser por convicción, por agradecimiento de todo lo que Él ha hecho por nosotras. Porque cuando andábamos perdidas, en el mundo, llenas de dolor, con el corazón quebrantado, sin rumbo, Él como buen pastor, fue por nosotras, nos abrazó, curó nuestras heridas, y nos habló de amor como nadie lo había hecho antes, nos devolvió la dignidad.
Así que amiga que estás leyendo esta reflexión, si te preguntas ¿Cómo puedo salir adelante en estos tiempos donde la modernidad nos ha llevado a poner la mirada más en las cosas del mundo que en las del Reino de Dios, y nos invaden la influencia de las redes sociales, del relativismo, andamos afanadas por el trabajo, por el dinero, por la diversión, por el poder? Pues sin duda alguna que con la ayuda de Jesús, saldrás adelante; porque Él es la Vid, que da la vida por ti, que te ama, que te sustenta y te acompaña. Lo único que tienes que hacer es responder a ese amor verdadero y quedarte junto a Él. Y que no se te olvide Jesús es tu Vid, tu fuente de vida, enviado por el Padre de Amor.
Hna. Mayra Gómez