¿Cómo cambia tu vida cuando conoces a Dios? Seguramente podrás ver en ti cambios que, podrían ser definidos como un antes y un después en la vida, cambios que para ti han implicado un esfuerzo grande y continuo, esos cambios, te permiten vivir con una sensación de dominio propio o bien de tranquilidad porque seguramente te sientes unida a Jesús, estando allí, esperas que, en el tiempo de Dios, lleguen las respuestas que has estado buscando. Pero, alguna vez te has preguntado si, ¿esas respuestas requieren de ti algo más que los cambios que ya has realizado? ¿Basta con que te sientas unida a Jesús?
Con el pasar del tiempo, en los caminos de Dios, te darás cuenta que los cambios que has hecho, son solo el principio de un proceso maravilloso que te reta a ser mejor; pero que, a la vez, podría resultar doloroso si de tu parte, no sueltas aquellas cosas que te impiden descubrir tu propósito.
Definamos tu propósito como el fruto específico que debes dar en la vida, este fruto tiene la característica de ser único; nadie más puede darlo por ti, nadie puede ocupar tu lugar ni hacer lo que tú, en esta vida debes hacer, tu lugar es irremplazable, esa es una bella realidad, pero entenderla, implica a la vez, aceptar que hay ciertas cosas a tu alrededor que no te están permitiendo dar ese fruto. El pasado, tu carácter, el enojo, el rencor, el odio, los celos, la envidia, algunas amistades o simplemente un sentimiento de impotencia o inferioridad que te hace inmovilizarte ante la vida, estas y otras más podrían ser las razones por las que, aunque eres una buena persona, no das el fruto que te corresponde… Ahora quisiera preguntarte:
¿Qué te lo impide a ti?
El problema es que al no dar ese fruto, tu propósito se ve comprometido y ese momento en el que conociste a Jesús en tu vida y te uniste a Él, se transforma en un momento emocional, que se sintió bien, que te hizo darte cuenta de cuánto vales y de lo que mereces, pero que, al final, eso que viste que mereces se quedó solo como una bella imagen de lo que pudo ser, sin convertirse en una hermosa realidad para ti.Este es un buen tiempo de meditar y decidir, es un tiempo ideal para revisar tus metas, no solo las materiales, puedes revisar tu proceso de cambio, tu vida, las decisiones que debes tomar y, sobre todo es un momento ideal para decidir qué debes cortar de tu vida, ante estas decisiones te encontrarás con dos tipos de cosas a cortar:
Las que evidentemente te hacen daño, éstas, de alguna forma requieren menos lucha en tu interior para cortarlas, porque te lastiman, te golpean constantemente y te causan frustración y malestar.
Las que te alejan de tu propósito; pero te producen gratificación, acá está tu verdadero reto, lugares, hábitos, personas que, a pesar de que al estar allí o con ellas puedes sentir un cierto estado de paz, tranquilidad o incluso placer, a la larga te alejan de tu identidad y de la voluntad de Dios. No es fácil tomar la decisión de cortar si estás en este punto, pero hoy, es importante que como mínimo, aceptes que es necesario hacerlo.
Hoy es tiempo de cortar… tiempo de decidir. Quizá el mayor aprendizaje que puedes adquirir en tu vida, es entender qué hay circunstancias que no son superadas hasta que aprendes la lección que dichas circunstancias traen consigo. Por ello, es importante que busques sintonizar tus pensamientos a la voluntad de Dios.
Toma en cuenta que para Dios lo más importante es que encuentres tu propósito; porque al hacerlo estarás en el camino correcto para salvarte.
Por lo tanto, si en algún momento no tomas decisiones, es posible que Dios empiece a cortar aquello que te aleja de ti misma, de tus anhelos y sueños y, ese proceso puede ser sumamente doloroso y, aunque suene duro, pero si no tomas la decisión de cortar, será Dios quien empiece a hacerlo, por amor a ti, no como un castigo, más bien como una forma de limpiar el camino para que des el fruto correcto, el que al final, te alcanzará la verdadera felicidad.
¿Por dónde puedes empezar? Evalúa tu entorno, debes ser sincera contigo misma, quizá en este momento no estás lista para tomar decisiones, pero estoy seguro que podrías hacer un listado de las cosas que debes cortar, piensa para cada una de ellas, qué necesitas tener preparado para tomar una decisión definitiva y, acompañada de oración y de una relación íntima con Dios establece fechas límites en las cuales estés dispuesta a hacer ese cambio radical.
Hecho esto, simplemente empieza, corta hoy una pequeña hoja, mañana otra, anota en tu agenda cada uno de esos pequeños propósitos de cambio y, al final del día, evalúa tu avance, lo que lograste, lo que cambiaste, lo que se te volvió más difícil de lo que pensabas, lo más importante es que no te rindas ni te detengas, que cada día hayas cortado algo hasta que te des cuenta que estás lista para cortar la rama, no te afanes, cuando hayas avanzado hoja por hoja y, estés allí donde tú no puedas seguir adelante,
Dios te ayudará, porque este tiempo de cortar no es algo que harás sola, como siempre, Él estará contigo. Ánimo, no tengas miedo de cortar todo lo necesario para que puedas florecer y dar buenos y abundantes frutos.
Lic. Sergio Larios