“Poda” viene del verbo “Podar”. El término “Podar” es Cortar o quitar las ramas superfluas de los árboles, vides y otras plantas. Se poda un árbol para quitarle las ramas superfluas, inútiles o envejecidas por el tiempo que no son necesarias; para que crezcan y se desarrollen con más vigor; para eliminar las partes enfermas del árbol y despojarse de todo follaje estéril.
El pasaje de Juan 15, 2 se refiere a lo que podemos llamar una poda espiritual. En este caso, Dios Padre es el Viñador, el Señor Jesucristo es la Vid y las Ramas (sarmientos) somos nosotras.
Como cristianas católicas, hemos de ser “podadas”, lo cual se refiere a las purificaciones para poder darle la gloria a Dios con nuestra vida. Eso es un proceso que durará toda la vida, pues siempre tendremos algo que mejorar debido a nuestra condición de seres humanos imperfectos. Esto es algo que no es agradable cuando sucede. Inclusive, muchas veces nos duele; pero cuando el proceso ha terminado podemos notar que hemos cambiado, que hemos mejorado y que valió la pena la podada.
El Señor nos va preparando, nos va dando golpecitos para que vayamos adhiriéndonos a Él poco a poco.
La poda es dura, pero es necesaria. Purifica la vid, para que crezca y produzca más frutos.
Hay diferentes instrumentos para podar nuestra vida, entre ellos están nuestras autoridades: los padres, el sacerdote, el maestro, el jefe, y las autoridades civiles o del gobierno. Ellos serán usados para moldear nuestro carácter y actitudes. Muchas veces, eso es algo que no nos gusta, pero tenemos que decidir si queremos ser mejores personas, o no y si queremos agradar a Dios, o no.
Nuestras relaciones con otras personas son muy importantes. Dios le da un valor muy especial a las personas y a su cuidado. La actitud que uno tiene refleja lo que sucede dentro del corazón y eso es notorio a los demás. Si alguien con autoridad nos llama la atención por algo que no hicimos bien y respondemos de mala manera o con queja, o excusas, quiere decir que hay una “basurita” en el corazón que debe ser quitada.
Por otro lado, somos confrontadas por las personas alrededor de nosotras. Al tratar con ellas, aún en la misma Iglesia con las hermanas, siendo todas nosotras tan diferentes, causará una de estas reacciones: 1) O saltamos y nos defendemos 2) O reconocemos, con humildad, estar mal y nos corregimos.
¿Qué usará Dios para podar nuestra vida y para que, cada una de nosotras, demos buen fruto?
Con respecto a nuestras relaciones con otras personas ¿cómo es nuestro trato con ellas? Con respecto a nuestro tiempo ¿en qué lo gastamos? ¿Le dedicamos tiempo suficiente a Dios? Con respecto a las cosas materiales, por ejemplo, el dinero; ¿somos generosas? Con respecto al orden ¿dónde ponemos las cosas? ¿Tengo agenda/horarios para hacer las cosas? Dios, es un Dios de orden.
De esa manera Dios nos va podando.
Reflexionemos con el pasaje en Job 33,17-19 donde dice: “Lo aparta así de su mala conducta y lo pone a salvo del orgullo; lo libra de caer en la tumba y salva su vida de la muerte”; Dios nos revela al oído, su consejo, para apartarnos del orgullo y detener nuestra alma de la muerte. Pero a veces, nosotras no nos detenemos para escuchar lo que Dios nos está diciendo; nuestros oídos están adormecidos.
Cada una de nosotras necesita una poda diferente. Dios, como Padre bueno y amoroso, quiere salvarnos de una muerte innecesaria y prematura. En la primera Carta de Pedro 5, 10 nos dice “Y el Dios de toda gracia, que los ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de un corto sufrimiento los restablecerá, los fortalecerá, los robustecerá y los consolidará”. Él siempre estará “podándonos” y “regándonos” para que sigamos creciendo.Finalizamos esta reflexión sobre la Poda con esta oración:Señor, Tú eres la vid que nos sostiene, el dueño y guía de toda nuestra existencia. Sin Ti no podemos dar fruto. Poda todo aquello que estorbe nuestro crecimiento. Que esta oración nos descubra lo que necesitamos purificar, mejorar y/o enmendar, para dar el fruto abundante que, con tu gracia, podemos dar.
Dios y Padre nuestro, no permitas que nos separemos de Ti y nos sequemos, porque entonces nuestra vida, no tendrá ningún sentido. Por Jesucristo nuestro Señor, amén.
¡QUE PASES LA PODA EN VICTORIA!
Hna. Brenda Cordero