Este es un hermoso salmo; el cual, he de confesarte, entendí y disfrute hasta que lo estudié para compartir esta reflexión contigo. En su lectura podemos encontrar características de Dios que el salmista David había descubierto a través de su propia vida, y si hacemos nuestro este salmo, seguramente podremos experimentar lo mismo. Dios se nos presenta como poseedor de cuatro rasgos fundamentales: es omnisciente, es omnipotente, omnieficiente y, además, omnipresente. Su omnisciencia significa que lo sabe todo, tiene el conocimiento de todo. Conoce nuestras vidas, nuestros pensamientos, sentimientos, etc. Nos conoce mejor que nosotras mismas. De ello nos hablan los primeros versículos de este salmo. Por eso, es una bendición poner nuestras vidas en las manos de quien verdaderamente nos conoce y que nos conoce porque nos ama ya que hemos sido hechas con sus propias manos. Nos tejió en el vientre de nuestra madre. Sabe y conoce cómo somos, es nuestro creador y por ello solo Él puede guiarnos. Su omnipotencia significa que es todopoderoso. Sus obras son prodigiosas. El Dios todopoderoso está con nosotras, está de nuestro lado. Por todas partes nos rodea y sus manos nos protegen. Quienes no conocen a Dios han puesto su confianza y sus propias vidas en hombres y mujeres, los cuales son limitados y débiles. Pero quienes tenemos la bendición de conocer a Dios confiamos en Él, que todo lo puede, y para quien no hay nada imposible. ¿Por qué tienes miedo entonces? ¿Por qué te angustias y desesperas? Si Él está con nosotras quién contra nosotras. Su omnieficiencia significa que tiene toda la capacidad para disponer de nosotras para cumplir sus proyectos. Sé que esta característica te parece extraña, a mí también me lo parecía. Dios tiene proyectos grandes y profundos para nuestra vida pero solo podrán ser una realidad en la medida en que nos pongamos en sus manos dócilmente, como el barro en manos del alfarero, para que se cumplan esos proyectos. “Oh Dios, profundos son tus proyectos, qué innumerables son todos juntos: si los cuento son más que la arena, y aunque termine, aún me quedas tú”. (Salmo 139-17) Su omnipresencia significa que tiene el poder para estar en todas partes. “¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu, a dónde escaparé de tu presencia?” (Salmo 139-7) . En el cielo, en el abismo, en la aurora, en el mar, en la oscuridad, en la luz, en lo profundo de nuestro ser allí está Él. La pregunta ahora es: ¿Será posible que todavía te sientas sola? Si puedes encontrarte con Él en cualquier momento y en cualquier lugar. Recuerda la anécdota de las huellas que nos dice que en esos momentos difíciles cuando parece que Él no está, es porque nos lleva en sus brazos. Dios está y está para acompañarte, animarte, fortalecerte, guiarte, escucharte y para lo que tú estés necesitando. San Pablo reconoce está omnipresencia y dice: “En Él vivimos, nos movemos y existimos”. (Hechos 17, 28)
Todas esto es un misterio que excede a la inteligencia humana. San Pablo dice que los caminos de Dios son incomprensibles (Romanos 11, 33), pero no necesitamos razonar o tratar de entender, sino de tener fe y creer con el corazón. Permítele al Señor examinar tu corazón, conocer tus pensamientos, mirar tu conducta y guiarte por el camino eterno.
Zeyda Griselda de Velásquez