Gn 18, 16-33 Abraham pide para que no se destruya Sodoma y Gomorra.La oración es una actitud que debería ser habitual en el creyente, lamentablemente algunos que se dicen discípulos del Señor, no lo poseen, hoy queremos detenernos en el ejemplo de Abraham es un tipo de petición llamada intercesión, pues se solicita una gracia especial en este caso por la vida de los habitantes de las ciudades de Sodoma y Gomorra.
En este texto de Génesis tres personajes pasan por la casa de Abraham y se dirigen a estas ciudades para destruirlas, Abraham en su afán de defender a Lot su sobrino que habitaba en esa ciudad, insiste en su petición de que no sean eliminadas, argumentando que pueden haber justos en ellas y que no puede imaginar a un Dios que destruya el justo con el pecador, a lo que Dios le asegura que no lo hará si hay al menos 10 justos.
En este texto encontramos la actitud de insistencia que debe ser característica en la oración de petición, no rendirnos, mantener la esperanza y confianza en el Señor y lo que va hacer escuchándonos siempre con amor.
Además en Abraham hay un total respeto hacia Dios, en todo momento pide disculpas por su insistencia y reconoce que al final el Todopoderoso es quien sabe qué es lo mejor.
Al final Dios destruye las ciudades, eso ¿qué quiere decir?, ¿Qué Dios no escucha?, ¿Por más que insistamos?, obviamente no, la enseñanza es que al final de aquello que pidamos debemos agregar la frase de Jesús en el huerto de Getsemaní, “… pero no se haga mi voluntad si no la tuya…” (Lc 22,42), la oración de petición siempre va con la conciencia de que Dios sabe que es lo mejor, que no puedo imponerle mi petición si no ella debe someterse a su amorosa voluntad, que pueda ser yo no entienda, pero con humildad y sumisión acepto, porque El es mi Padre, me ama, y lo que él decida para mí, está bien. El verdadero creyente pide, pero sabe esperar, se pone con total confianza en las manos del Padre, tiene la conciencia de ser un hijo querido por Dios y por lo tanto asume la voluntad divina. Hay personas que después de pedir e insistir en su oración, al ver que no se cumple lo solicitado, se enojan con Dios, se sienten con derecho de exigirle y finalmente algunos deciden ya no pedir, dejar de creer en El, creen que con Dios se puede tener la misma mentalidad de la sociedad actual, pragmática y materialista, como pago un servicio tengo derecho a exigirlo, y de la misma forma, lo aplican a Dios, “como me porto bien”, “como voy a misa”, “voy a mi grupo”, tengo derecho a exigirle al Señor que me Bendiga a cambio de mi buen comportamiento.
En Santa Mónica encontramos el ejemplo de la oración de petición constante y paciente, ella oró 20 años por su hijo, quien en su autobiografía decía que ya a los 4 años era un gran pecador.
Resulta que la insistencia de aquella mujer y su paciencia en la oración, tuvo su final feliz, pues su hijo, cambia de vida, se hace Sacerdote, lo hacen Obispo, y hoy es Doctor y Santo de la Iglesia Católica, San Agustín.
No desmayes en tu oración sigue con fe y confianza pidiendo al Señor, tal vez por tu matrimonio, por tu hijo, por tu enfermedad, tu soledad, tu angustia, ten la certeza de que Dios escucha, pero tu tiempo no es su tiempo, el conoce el momento y la ocasión oportuna, a nosotros nos toca confiar y depositar con entera confianza nuestra vida en sus amorosas manos.
Siempre levanta tus manos con la certeza de que el Padre bueno quien te ama mira tú realidad y escucha tu petición, y en su momento y en su sabiduría sabrá concederte lo mejor. P. Manuel Abac