Una de las oraciones más hermosas que encontramos en la biblia es la de Habacuc, quizá porque nos identificamos mucho con él por esos momentos difíciles que siempre nos tocan pasar, tiempos de escasez y dificultades.
Habacuc nos muestra dos elementos importantes de la oración que me gustaría compartir contigo, sobre todo porque al enfrentarnos a esas situaciones se presenta en nuestra mente un gran signo de interrogación, ¿y ahora qué? ¿Me sacará Dios de ésta? ¿Dónde está. Estos elementos son: La fe y la confianza, así como nos lo muestra hoy Habacuc.
La fe: “Más el justo vivirá por la fe”, (Hab 2,4) debemos de creerle a Dios, es la certeza de las cosas que no vemos, cuan importante es la Fe al momento de orar, no vemos lo que estamos pidiendo, pero hay que esperarlo, con esa certeza de que Dios va a obrar. No desmayes, cree que lo que has entregado al Señor en oración, Él ya tiene el control, como Habacuc, espera, que tu fe te mantendrá de pie. Esta es siempre la primera batalla que enfrentarás al momento de orar, muchos se quedan en el camino, porque empezaron a dudar, pensaron que Dios se había olvidado de ellos, creyeron que no se les escuchaba, y olvidaron la hermosa promesa de Dios, “clama a mí y yo te responderé”. (Jer 33,3). Dios no es hombre para mentir ni echarse para atrás, nunca lo olvides. Vive por tu Fe, y tu oración tendrá una gran respuesta.
Una de las cosas que nos ayudará a recobrar la Fe o aumentarla es:
Recordar. Normalmente recordamos el dolor, las personas que nos hicieron daño, y guardamos en nuestro corazón todas las experiencias dolorosas… esto nos demuestra que sí podemos recordar. Pero a lo que nos invita Habacuc es recordar lo que Dios ya ha hecho antes en nuestras vidas, y traerlo a nuestra memoria, esto nos levantará y acrecentará nuestra fe, ¿Recuerdas? ¿Cuándo pensabas que era imposible que sucediera alguna cosa? y Dios lo hizo posible. ¿Cuándo creíste que no ibas a salir de un problema? Y Dios te sacó. ¿Cuándo los médicos te diagnosticaron una enfermedad? Y el Señor te sanó. Si el Señor actuó ayer en tu vida ¡lo hará hoy!, No lo olvides, Él es el mismo de ayer hoy y siempre.
La confianza, un segundo elemento que no puede faltar en nuestra oración, “Aunque” (Hab 3,17) es la palabra que Habacuc repite varias veces en su oración, hermosa palabra que nos muestra la confianza tan grande que Habacuc tenía. Ésa debe ser nuestra meta, confiar “aunque”. Nunca te has preguntado ¿y si lo que pido en oración Dios no me lo daría? ¿Seguirías orando?
Aunque: mi esposo no regrese, no tenga dinero, perdiera mi empleo, me divorciara, no tuviera hijo…. ¿Seguirías orando? Es aquí donde entra la confianza en Dios, Él sabe que es lo mejor para nosotros, y esta confianza es la que nos da esperanza, gozo y paz.
¿En quién tienes puesta tu confianza? Si estás confiando en los políticos, en las finanzas, en las personas, en nuestro trabajo, tendrás una gran desilusión, ya que esto tarde o temprano termina o se desvanece. Tu confianza tiene que estar en Dios y en su Palabra, el profeta Isaías nos dice
“Todos los que han puesto su confianza en Dios han salido adelante en medio de la adversidad y la escasez,” (Is 22,2). Esta debe ser tu meta, llegar a tener confianza cada vez que oras. Una confianza en Dios tan grande, que podrías decir como Habacuc “aunque… no me dieras lo que te pido igual de amaría”.
Él es un Padre de amor que nunca te dejará, Él tiene el poder de obrar en tu vida, Él sabe que es lo mejor para tí; debes tener la certeza que tu vida está en sus manos y que siempre estará a tu lado, todo esto es lo que te hará confiar en Él.
Recuerdo el testimonio de una gran mujer que anhelaba tener hijos, oró por ello por mucho tiempo y cada cierto tiempo consultaba a su médico para hacerse las pruebas de embarazo y esperaba ver los resultados positivos, y siempre le salían negativos. El personal del hospital ya la conocía, era la mujer que quería tener hijos y no podía. En su último chequeo llegó con confianza a la clínica a hacerse el examen, al tener los resultados la enfermera se acercó para decirle que nuevamente había salido negativo su examen, ella salió de la clínica, fue a su carro y con lágrimas en los ojos le dijo en oración al Señor: “Aunque no me dieras hijos igual te amaría”. En ese instante la enfermera la estaba buscando, llegó al parqueo para indicarle que se habían confundido en los resultados de sus exámenes y que los de ella eran positivos.
Amiga que esta frase esté siempre en tu oración, “Aunque”, Dios no te diera lo que tanto anhelas o necesitas sigue amándolo sigue confiando en Él.Por último Habacuc concluye: “Yo me alegraré en el Señor, tendré mi gozo en Dios mi Salvador”. (Hab 3,18). Cuando oramos con Fe y Confianza nuestras vidas se llenan de gozo, no por lo que recibimos, sino porque contamos con Él.
Hna. Nancy Mazariegos de Cabrera.