¿Por qué Pedro, se hundió en el agua? Fue la pregunta que lanzó el sacerdote a los feligreses de su parroquia en una Misa dominical donde se leía el pasaje del evangelio de Mateo que relata como Pedro, camina sobre las aguas hacia Jesús. Las respuestas fueron varias: una señora exclamó “por su falta de fe”, “porque dudó” dijo otra persona, “porque tuvo miedo” mencionó otro, “porque dejó de ver a Jesús” grito alguien más… a estas y otras respuestas más el sacerdote dijo NO. Pedro, se estaba hundiendo porque no se aferró a la mano de Jesús, que estaba tan cerca de él.
Pedro estaba pasando un momento difícil como muchos de los que tú has pasado o estás viviendo. Probablemente has experimentado la traición de una amiga, de un novio, de tu conyugue; o tal vez la pérdida de un ser querido, quedarte sin trabajo o padeciendo una enfermedad. Estos momentos extremos de la vida pueden ser motivo para hundirse o convertirse en momentos determinantes para aferrarse a Dios.
Sin embargo, la opción que muchas veces se toma es la de aferrarse al pasado, al dolor, al odio, a la desconfianza o al deseo de venganza. Aferrarse a estos sentimientos o situaciones lejos de liberarte te aprisiona y te impide caminar hacia el futuro, al porvenir que tanto has anhelado y que Dios tiene para sus hijos.
El salmista, en el salmo 91 exclama el oráculo de salvación. “Lo libraré, porque se aferró a mí.” “Lo protegeré pues conoce mi nombre.”
De tal manera que para ser libres y gozar de la protección del Señor, la clave es aferrarse a Él. Sabiendo que aferrarse a Cristo, significa hacerlo con insistencia, fuerza y tenacidad. Esto es lo que a muchas personas les cuesta, ya que en el mundo moderno impera la ley del menor esfuerzo, la comodidad. El evangelio nos muestra el ejemplo de la mujer que padecía de flujo de sangre y que logra romper el cordón de seguridad que los discípulos formaban alrededor de Jesús, con el propósito de tocar su manto y lograr ser sanada por el Señor.
El Papa Benedicto XVI nos dice que el encuentro cotidiano con Jesús Sacramentado nos ayuda a permanecer unidos a Él. Otras formas que nos ayudan a permanecer aferrados son: la confesión, la oración y la reflexión de las Sagradas Escrituras. Recuerda que la mano del Señor está presta para levantarte.
Víctor Hugo Velásquez