Abordar y reflexionar sobre la primera expresión que surge del corazón de San Francisco de Asís: “Donde haya odio ponga yo amor”, sin hacer preguntas, pareciera ser un tema muy difícil. Sin embargo, no olvides que el mismo Jesús tuvo que cuestionar a aquellos que eran sus enemigos: ¿Por qué me pegas? (Jn 18,23)
Imagino que San Francisco de Asís tuvo que indagar la causa del porqué un mundo que había sido creado por Dios con tanto amor, estaba en tremendo desorden. Lo único que llamó su atención fue que en medio de tanta belleza, existían seres humanos que vivían con muchas dudas, desesperaciones, errores, discordias, rencores, deseos de venganza y sentimientos de odio al extremo de llegar a matar.
San Francisco de Asís llegó a pensar que debía existir algo que solucionara todo esto, hasta que encontró la palabra “instrumento”; medio que nos llevaría a vivir en Paz. En lo primero que pensó fue en el amor, ya que toda la creación expresaba el amor maravilloso de Dios. Por otro lado, consideraba que el ser humano necesitaba experimentarlo de otra manera más perceptible. De esta manera, a través de su oración llegó a pedirle a Dios ser utilizado para cambiar el odio en amor.
Te preguntarás -¿Y cómo se puede amar a alguien que es capaz de hacer tanto daño, de causar tanto dolor, de herir con actos y palabras, e ignorarte cuando aún estas viva? -. El odio es uno de los sentimientos más destructivos, pero que también expresa el gran amor que se sintió por aquella persona. Como el siguiente refrán lo dice: “Del odio al amor hay solo un paso”.
Quiero invitarte a que pienses que es solamente un paso, una pequeña distancia. Tú decides qué tan grande quieres hacer esa distancia, pero te advierto que mientras más grande es esa distancia, más se llenará tu corazón de amargura, tristeza, soledad y desánimo; marchitando así tu espíritu. No olvides que todo lo que llevas dentro de ti, será reflejado en tu exterior.
La escritura dice que el amor de Dios hacia la humanidad fue tan grande que cada vez quería acercarse más al hombre, y es así como Jesús viene al mundo para enseñarnos un nuevo lenguaje diciendo: “No es suficiente amar al amigo , hay que amar al enemigo”, porque todos somos hermanos , hijos de un mismo padre. Dime tú, ¿Que mérito tendría amar al que me ama? Jesús también nos enseñó que el perdonar es amar, y que son decisiones más que sentimientos.
¿Sabes cómo yo le llamo a ese espacio entre el odio y el amor? Le llamo Jesús, porque sólo el hecho de estar con él, leer su palabra te convence. Como cuando habló con sus discípulos y les dijo: “No devuelvan mal por mal, no juzguen para nos ser juzgados, actúen con misericordia, que con esa misma misericordia serán juzgados”. Y también como dijo al Padre cuando llego a la cruz, muriendo por nosotros: “Perdónalos, pues no saben lo que hacen”.
Cierra los ojos, inténtalo y di: Yo expreso mi amor, cuanto más perdono. Recuerda que esa persona también es hij@ de Dios y eso te enseñará a amar, a pesar de que el sentimiento no sea recíproco.
Tú sabes que muchas personas en el lecho de su muerte piden perdón y otorgan el perdón a quienes les han hecho tanto daño. Quiero decirte hermana que es porque necesitan paz en su corazón. Así que hermana no esperes el último momento de tu vida, vive en paz HOY! Dónde haya odio, siembra el amor.
Pasaje bíblico para reflexionar: El odio de Absalón hacia su padre David. ( 2ª Sm 18 ) Palabras de Joab al rey David “Con tu actitud muestras que amas al que te odia” (2ª. Sm 19,7)
Hermana Betty Fajardo Guatemala Oración Señor, te doy gracias porque tú me has amado desde el vientre de mi madre y me has formado. Yo te pido que me des un corazón bueno, que esté siempre dispuesto a amar, saca de mi corazón todo aquello que me destruye y me hace daño como el resentimiento, la tristeza, el odio, la duda… Lléname de ti, de tu Santo Espíritu, que es Amor, porque yo no puedo dar lo que no tengo; sin ti Señor, no puedo convertir el odio en amor y ser ese instrumento tuyo para llevar a los demás un poquito de tu infinito amor. A ti, Virgen María, que fuiste llena del Espíritu Santo, intercede por mí para que no me aparte del buen camino y busque amar a Dios sobre todas las cosas y a mi prójimo como a mí misma, tal como nos lo pidió tu hijo Jesucristo. Amén.